Arrancamos la etapa de campañas, tres meses que van a estar intensos y la muestra es uno de los primeros temas en saltar al aparador de la opinión pública: el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México.
En esta actualidad, donde todo mundo puede publicar su opinión y su visión, se ha transformado también en un tema que causa escozor. Desde los que dicen que es necesaria una “puerta de lujo” para nuestro país, hasta quienes aseveran que la nueva terminal es algo superfluo y que hay otros temas de vital importancia que merecen más atención.
Lo curioso es que ésta, que había sido una de las grandes banderas de Andrés Manuel López Obrador, repentinamente podría transformarse en una de las monedas de cambio.
Cuando el candidato dijo que el nuevo aeropuerto “no va” fueron desde el sector empresarial los que comenzaron a inundar los medios con muestras de apoyo al proyecto.
López Obrador contraatacó con el asunto de las Afores y, por supuesto, la gente hizo suyo el tema y más calor le metieron al tema.
Sin embargo llama la atención que, a pesar de todo, AMLO ya dijo estar dispuesto a discutir el asunto, en una mesa donde los que están a favor tendrán un debate con los que están en contra y si, los primeros llegan a convencer, pues todo el tema “si va”.
¿Están los empresarios, empecinados en hacer el aeropuerto, dispuestos a aceptar la presidencia de AMLO a cambio de que los dejen en paz? ¿Está el candidato, a cambio de lograr el apoyo de un sector que generalmente lo ha demonizado, dispuesto a ceder en este «ideal»?
Se juntó el hambre con las ganas de comer, pues.
Que no nos sorprenda mucho si, en las próximas semanas luego de la dichosa reunión, nos enteremos que el nuevo aeropuerto ha “superado” las condiciones y –como muchos otros- también se encuentra libre de pecado.
Una maravillosa transacción; una muy buena carambola a tres bandas…
Al tiempo.